No acabo de entender cuál es el trabajo de esos pequeños hombrecillos color cafe .
Su peculiar atuendo no termina de ser ni ranchero (por las botas) ni deportivo (por el silbato) ni rebelde (por la moto y la cadena), pero -eso sí- atemorizan cual rebeldes, reciben mentadas cual árbitros de futbol y dirigen ganado cual rancheros.
No está claro si aparecen para resolver un problema de tránsito o para provocarlo. Es imposible determinar si fueron ellos o nosotros quienes llegamos tarde. Pero algo es contundente, su presencia implica perder una buena cantidad de tiempo detenido en el tránsito.
El trabajo no parece ser muy complicado, basta con ponerse un uniforme aburrido, silbar continuamente, aletear y abanicar sin gran coordinación. Prestar oídos sordos y estar atento a cualquier chispazo de racionalidad para apagar el fuego.
No tengo tantas ganas de escribir, pero este blog lleva un rato solo.
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