Tuesday, February 21, 2006

Curiosidad de amores

La computadora de mi madre se ha vuelto vieja... y lenta. Así es que ahora me pide la mía para checar sus correos.

El domingo lo hizo, y se la presté.

El lunes, al abrir el Explorer, encontré en la barra de direcciones: www.erickestrada.com

El único Erick Estrada que me vino a la mente fue aquél triste símbolo sexual de los ochentas que aparecía en las series gringas con la intención de mostrar su sensibilidad hacia latinoamérica. ¡¡Imagine el despistado lector mi cara al pensar que mi madre -viuda de 64 años- había visitado el sitio de tan singular individuo!!

La primera reacción fue de gusto: ¡mi madre aún tiene deseos sexuales! (por grotesco que se escuche, después de 20 años ¡la señora también tiene derecho a una canita al aire!); pero después de pensarlo un poco, sobrevino el verdadero shock: ¿¿Buscar fotos de Erick Estrada?? ¡Qué mal gusto!

No resistí la tentación. Entre al sitio y... ¡Oh decepción! Son productos de herbolaria.

Mi madre es la misma de siempre.

Sunday, February 19, 2006

Empleos apasionantes I

Todos mis conocidos, en un momento u otro, se han quejado de sus empleos. Los recién egresados, los que decidieron dejar la escuela por un trabajo, los empresarios exitosos, los dedicados al arte, en fin, nadie se salva. Las quejas que me llegan son, principalmente, de 4 tipos:
a) Las más comunes son las económicas. El cotidiano 'no me alcanza con lo que gano' no distingue género, nivel socioeconómico, grado de estudios o tiempo en el empleo. Al parecer, ganes 4,000 o 40,000, ¡el dinero nunca alcanza!
b) Las que tienen que ver con el valor intrínseco de las personas. Los empleados siempre están subvalorados. El también cotidiano 'no me aprecian lo suficiente' y 'yo merezco algo mejor'. O el dicho que se vincula con la queja económica pero no es esencialmente económica: 'mi jefe es más pendejo y gana más que yo'.
c) Los problemas con el medio de trabajo. No sé que ocurre con mis conocidos (supongo que tan solo tienen mala suerte) porque sus jefes siempre son: estúpidos, libidinosos o ambas; sus compañeros: envidiosos, lambizcones y resentidos; y los lugares de trabajo siempre son pequeños, las sillas incómodas, las computadoras lentas, y el ambiente: demasiado caluroso en verano, demasiado frío en invierno, o con un mal olor constante.
d) La insatisfacción personal. Este tipo de queja es subjetiva por definición. Resaltan los reclamos por la falta de tiempo libre, lo tedioso de las labores, la incongruencia entre los estudios y la actividad que desempeñan (por ejemplo, el que estudió electrónica pero conduce un taxi), etc...

Para todo aquél que se encuentra en una situación similar, he decidido escribir, periódicamente, sobre aquellos empleos que encuentro por la ciudad y me parecen detestables. No tengo consideración aquí por las condiciones socio-económicas de sus practicantes, por lo absurdo de sus actividades o la preocupación izquierdo-religiosa del bienestar de la población mexicana. Tan solo describo los empleos con cuatro objetivos previsibles: i) que los quejosos no se sientan solos; ii) que los quejosos se sientan 'por encima' de alguien más y eso les ayude a llevar sus penas; iii) dar a conocer una gama de opciones de empleo mucho más amplia que el chambatel del gobierno; y iv) mofarme -sin explicación y sin tapujos- de otros.
El gendarme de museo.
¿Quién no se ha percatado de la presencia de estos individuos? Para aquellos que no lo reconozcan, es la mujer o el hombre malencarado, con ojos de buho, que parece no tener nada que hacer. Generalmente se encuentra a un lado del aparato que mide algo (no es un sismógrafo -como se suele pensar-, pero no sé qué mide) y solo interrumpe para advertir sobre las normas de comportamiento y percepción particulares del museo. Esa es su función principal.
Personalmente, a cada museo que asisto aparecen para llamarme la atención. Que porque me paso de la estúpida raya pintada en el suelo, que porque hablo muy fuerte, que porque no me puedo acercar tanto a las pinturas incluso sin cruzar la línea, etc... (Aquél que esté libre de pecado que les regañe a ellos en público).
Pienso en los requisitos de admisión para el empleo. El c.v. de tan honorables individuos no debe incluir nivel de estudios o datos personales sino cantidad de regaños recibidos en la vida y algo muy importante: poca tolerancia con los niños. La entrevista debe ser, simplemente, para corroborar la buena visión del solicitante, su mal aliento y la capacidad de importunar al visitante. Todo esto para poder escoger a expertos en aquello de las reprimendas.
¿Puede el despistado lector imaginar un empleo más apasionante? De acuerdo a las 4 quejas recurrentes analizo este empleo:
a) El sueldo es relativamente bajo. ¿Por qué relativamente? Pues porque no requiere años de preparación académica ni un gran guardarropa.
b) El gendarme de museo abarca un vasto número de oficios y profesiones: policía, pues verifica el comportamiento de los observadores; maestro, pues le enseña a uno la manera correcta de observar una pieza; músico, porque en ocasiones se alcanza a percibir un sutil silbido; sacerdote, cuando regaña a las parejitas calenturientas; y hasta es consejero matrimonial de sus colegas. Además tiene la capacidad de regañar a quien se le ponga en frente. De modo que la subvaloración no es para ellos.
c) El medio de trabajo no podría ser mejor. Cuántos empresarios quisiesen tener en su oficina un Rivera, un Orozco o un Soriano. Además, los museos siempre son frescos y tienen los baños limpios. También es pertinente mencionar que los clientes generalmente no son pesados, pues todo el mundo se 'civiliza' al entrar a un museo.
d) La queja tipo 'd' siempre existe, por tanto no la incluiré en análisis subsecuentes.
En conclusión, si el despistado lector se siente frustrado por su falta de poder y reúne los requisitos aquí esbozados, en la ciudad existen varias opciones interesantes. Mis recomendaciones: el Rufino Tamayo y el Munal.

Thursday, February 16, 2006

La marcha de la monogamia

Parece que están de moda los pingüinos. Y con ellos, el reclamo femenino sobre la monogamia. Las inocentes féminas encuentran en esta especie el argumento naturalista que sustenta su anhelado 'hasta que la muerte nos separe'.
Pero, para variar, toman los ejemplos sin contexto.
Según el documental de Luc Jacquet, efectívamente, los pingüinos al llegar a su lugar de nacimiento escogen a una pareja y se aparean. El siguiente año, al regresar, buscan a la misma pareja para aparearse de nuevo. Por ello pueden ser considerados como una especie monógama. Hasta ahora, el ejemplo va viento en popa. Pero señalemos algunos apuntes más.
Primero. Las hembras se golpean y agreden por los machos, quienes tan solo se recuestan sobre el pecho para esperar a la merecedora de sus favores.
Segundo. Los pingüinos solo tienen sexo una vez al año, y con fines meramente reproductivos.
Tercero. Los machos se quedan tan solo 'calentando el huevo' mientras las hembras van y obtienen el alimento.
Cuarto. Si la hembra regresa y el huevo está roto, no hay reclamos ni quejas.
Cinco. Al regresar las hembras, la pareja solo está un día juntos y al día siguiente el macho emprende su camino solo.
Seis. Las hembras, de nuevo, se pelean por los hijos.
Siete. Después de 40 días de ir y venir. La pareja se separa hasta el próximo año.
Conclusión. Si las mujeres están dispuestas a pelearse por nosotros, a traer los alimentos, a pelearse con otras por los hijos y a vernos tan solo una vez al año -sin reclamos, quejas o sensibilidades... entonces discutimos lo de la monogamia!!!

Monday, February 13, 2006

Sordera maternal

Alguna vez tuve la necesidad de dormir en una casa cerca de las vías del tren. A media noche, cual Ásterix, sentí que el cielo se me venía encima: los vidrios parecían a punto de estallar, las paredes se cimbraban, mi cama se movía y todos como si nada. A la mañana siguiente, la amable familia que me hospedaba me hizo la obligada pregunta sobre el descanso nocturno y yo, cortésmente, respondí que había dormido cual infante. -¡Que bueno- me dijeron, porque olvidamos advertirte que a las 2 pasa el tren y mucha gente se asusta!
Algo similar sucede a las madres con sus hijos. Me explico.
La semana pasada me encontraba en un restaurante de cómida rápida. El cuadro es común: un estudiante solitario, con poco dinero, comiendo -por obligación- un pollo mal cocido y con sus apuntes en la mesa. De pronto, a dos mesas de distancia, se sentaron una terna de amigas (entre ellas, no mías) con sus respectivas crías. En menos de 10 minutos aquello era un conjunto indescriptible de gritos, risas, llantos y desentendidos. Uno de los pequeños solicitaba insistentemente la atención de su madre y ella... como si nada. Después comenzaron las acostumbradas peleas de niños, y las amigas... inmutables. Todos los comensales las mirábamos con ojos de desesperación, rabia y misericordia a la vez, y ellas parecían en una dimensión insonora.
Ahora estoy buscando si el embarazo afecta la audición. Eso explicaría muchas cosas, como cuando uno le pide un favor a su madre y ella parece no escuchar, o cuando le toca el claxon a una madre en minivan y ella ni lo percibe.
Mi duda ahora es otra. De pequeño, cuando mi abuela veía la televisión, solía 'descansar sus ojos'. Yo, aburrido de ver la telenovela de moda, me levantaba, sigilosamente, a cambiarle a mis caricaturas. Los problemas comenzaban cuando ella, al escuchar al chirriante Benito, despertaba al instante y le cambiaba de nuevo al canal 2.
Entonces la explicación debe ser mas sencilla. Una de dos. O las madres se acostumbran tanto a las vocecillas demandantes que ya ni las perciben. O las madres escuchan lo que les conviene.

Friday, February 10, 2006

Cambio generacional

Dice el diario de hoy que la zizeante Martha Sahagún dijo ayer en Washington con respecto a la forma de educar a los hijos: "Que hagan lo que ellos quieran, hagan lo que ellos deseen, pero traten de ser siempre los mejores, de ser los mejores."

Recuerdo también cuando mi madre me decía que fuera el mejor en todo. Sin importar lo que quisiera, debía ser el mejor. Sobra decir que mi cándida respuesta solía ser: ¡Sí, seré el mejor barrendero! (Y conozco alguien que deseaba ser la mejor burra)

He escuchado últimamente que las actividades ilegales comienzan a ser una proyección de futuro para los niños. Ahora no se juega tanto al doctor o a la maestra, sino al narco y sus secuaces.

Ante el éxito del narco y los resultados de la corrupción en el país, sería una buena idea que en la "Guía de Padres" que promueve la Sra. Sahagún se añadiera una nota al píe de página que diga más o menos así: 'Diga a sus hijos que hagan lo que ellos quieran, hagan lo que ellos deseen, pero traten de ser siempre los mejores, de ser los mejores'... Y después con letras chiquititas y entre paréntesis: (Siempre que no se encuentre penado por la ley)

Thursday, February 09, 2006

9 Orgasmos

B. permanece sentada en el sillón. No sabe aún si le ha gustado o no, si le excita o le molesta; y no me sorprende. Trazar la línea entre lo erótico y lo porno es complicado. Tal vez el error sea intentarlo.

Como ya es costumbre, el título en español no es preciso para la obra de Winterbottom (9 songs, 2004) pero advierte bien sobre la proyección. 9 orgasmos o 9 canciones, da igual. La premisa: la vida (sexual y musical) de una pareja británico-americana. Así se sencillo, así de incomprensible.

Confieso que siempre prefiero un buen guión. Las historias me atrapan mucho más que la fotografía o la actuación. Aquí no hay tal, salvo un par de templadas frases sobre la soledad en compañía. Todo es visual. Todo es estético. Todo es erótico.

Winterbottom logra una estética que he visto poco. Pasa de una pareja extasiada, a la desértica Antártida, al concierto exquisito de Michael Nyman, para volver a Lisa masturbándose. Son los recuerdos de Matt, cautivado, enamorado, dejado 'tan solo por un año'. Sin contexto, sin explicaciones. Tan solo fragmentos... como la memoria.

La película, como las relaciones, parece incompleta. Delicada y elegante, mucho menos explícita en la historia que en la pantalla.

Finalmente agradezco la longitud (no la del miembro de Matt). La película dura tan solo 70 minutos. El timing es preciso. Es un quickie. Y me recuerda que: si lo bueno, breve... dos veces bueno.

Tuesday, February 07, 2006

Nostalgia de los diarios

No pude soportar la tentación y heme aquí, creando un blog para que el mundo -o la parte de él que habla español, sabe leer, tiene tiempo de sobra y acceso a internet- me lea.
He visitado media docena de blogs y confieso que no me gustan del todo. Entiendo poco de aquellos relacionados con el arte o la ciencia, sin mencionar los porno o los del escritor 'no apreciado/publicado.' Los que más visito (y disfruto) son los de personas que conozco. A esos les perdono todo con tal de enterarme de sus confesiones, deseos y estupideces.
Estos blogs me recuerdan cuando las hermanas de mis amigos llevaban diarios: pequeñas libretitas cerradas con un diminuto candado de plástico que resguardaba los secretos más preciados para nosotros. Ellas, conscientes de nuestra inquietud puberta, tenían el descaro de 'olvidar' su diario en la cama, pero eso si, con el candado perfectamente cerrado. Como el despistado lector se puede imaginar, en algún momento de la vida quise ser cerrajero y tener una de esas llaves que todo abrían. Llaves que nunca necesitamos porque los candados no soportaban más de un martillazo (Sospecho que la empresa que fabricaba sendos diarios quebró por la mala calidad de los candados y la consecuente demanda de una pequeña freak estadounidense). Después del éxito de la profanación venía el castigo maternal y la decepción de ni siquiera encontrar mi nombre en aquel relato infame.
Al parecer esto de los blogs es todo lo contrario. A diferencia de los diarios que se escribían para leerse únicamente por su creador '20 años después', aquí se trata de contarle nuestra vida a otros. Ya no es necesario aparentar con candaditos, esconder la llave u ocultar la libreta debajo de la cama. Ahora buscamos que los demás nos lean, hagan sus comentarios y recomienden nuestro blog. Tal vez por eso es blog y no ciber-diario. En fin, no es momento para una disertación sobre nuestra necesidad posmoderna de atención.
Alguien ha dicho ya que todos tenemos algo de voyeur. Lo más probable es que si el despistado lector ha encontrado mi blog es porque me conoce y yo le dije que lo visitara o tecleó mi nombre -ociosamente- en algún buscador de internet. Si cree que por este medio deseo relatar mi vida diaria temo decepcionarle pues mis deseos de llevar un diario nunca duraron más de 2 semanas y media, pero si espera encontrar quejas sobre el tráfico, anécdotas curiosas o reflexiones interminables entonces no me equivoco... ud. me conoce y no necesita de un martillo para inmiscuirse en mis asuntos.
Para finalizar, unas palabras de aliento. Si se decepciona -como yo- de no encontrar su nombre aquí, no se sienta mal. ¡Al menos a usted no lo castigarán 3 semanas sin jugar Nintendo!