B. permanece sentada en el sillón. No sabe aún si le ha gustado o no, si le excita o le molesta; y no me sorprende. Trazar la línea entre lo erótico y lo porno es complicado. Tal vez el error sea intentarlo.
Como ya es costumbre, el título en español no es preciso para la obra de Winterbottom (9 songs, 2004) pero advierte bien sobre la proyección. 9 orgasmos o 9 canciones, da igual. La premisa: la vida (sexual y musical) de una pareja británico-americana. Así se sencillo, así de incomprensible.
Confieso que siempre prefiero un buen guión. Las historias me atrapan mucho más que la fotografía o la actuación. Aquí no hay tal, salvo un par de templadas frases sobre la soledad en compañía. Todo es visual. Todo es estético. Todo es erótico.
Winterbottom logra una estética que he visto poco. Pasa de una pareja extasiada, a la desértica Antártida, al concierto exquisito de Michael Nyman, para volver a Lisa masturbándose. Son los recuerdos de Matt, cautivado, enamorado, dejado 'tan solo por un año'. Sin contexto, sin explicaciones. Tan solo fragmentos... como la memoria.
La película, como las relaciones, parece incompleta. Delicada y elegante, mucho menos explícita en la historia que en la pantalla.
Finalmente agradezco la longitud (no la del miembro de Matt). La película dura tan solo 70 minutos. El timing es preciso. Es un quickie. Y me recuerda que: si lo bueno, breve... dos veces bueno.
Como ya es costumbre, el título en español no es preciso para la obra de Winterbottom (9 songs, 2004) pero advierte bien sobre la proyección. 9 orgasmos o 9 canciones, da igual. La premisa: la vida (sexual y musical) de una pareja británico-americana. Así se sencillo, así de incomprensible.
Confieso que siempre prefiero un buen guión. Las historias me atrapan mucho más que la fotografía o la actuación. Aquí no hay tal, salvo un par de templadas frases sobre la soledad en compañía. Todo es visual. Todo es estético. Todo es erótico.
Winterbottom logra una estética que he visto poco. Pasa de una pareja extasiada, a la desértica Antártida, al concierto exquisito de Michael Nyman, para volver a Lisa masturbándose. Son los recuerdos de Matt, cautivado, enamorado, dejado 'tan solo por un año'. Sin contexto, sin explicaciones. Tan solo fragmentos... como la memoria.
La película, como las relaciones, parece incompleta. Delicada y elegante, mucho menos explícita en la historia que en la pantalla.
Finalmente agradezco la longitud (no la del miembro de Matt). La película dura tan solo 70 minutos. El timing es preciso. Es un quickie. Y me recuerda que: si lo bueno, breve... dos veces bueno.
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