No todos siguen los preceptos del Señor. Hay criaturas desobedientes que hacen ejercicio, asisten a la iglesia de su preferencia o trabajan en labores burocráticas. Yo no. Yo obedezco y descanso. Detengo mis labores cotidianas y espero paciente el comienzo de una nueva semana. Pero hasta en el descanso hay divergencias, hay quien duerme, quien lee, quien va a museos y quien recorre la ciudad. He aquí mi propuesta.
- Duerma hasta bien entrado el día.
- Despierte al estrógeno parlanchín con algún jugueteo cariñoso.
- Asista usted a la librería más cercana, así sin bañarse, no sea usted tan pulcro, hojee algunos libros, vea algunos discos, permanezca sentado en algún sillón y escuche atento las charlas de los paseantes.
- Acuda al tianguis o mercado sobre ruedas más cercano. No es difícil localizarlos, pues generan ruido, basura, tráfico y bloquean calles y avenidas. Si tiene usted problemas para hallarlos, pregunte, no olvide que “preguntando se llega a Roma.. o a la Roma”.
- Ya en el mercado, siga usted la corriente. Camine desgarbado, con un paso lento y la mirada atenta a cualquier oferta textil. Deje espacio entre la persona de adelante y usted, no sea que le sorprendan con alguna parada repentina provocada por un antojo (visual o gastronómico).
- Si “el hambre arrecia” ubique el puesto de comida más concurrido. Ya sea de quesadillas, barbacoa, cochinita pibil, tostadas, birria, mixtotes, carnitas o cualquier otro alimento. Cerciórese de la limpieza del lugar. Tampoco sea usted exagerado, recuerde que está usted en la calle. ¡No se ponga exigente!.
- Si los precios del mercado le parecen aceptables, puede usted aprovechar para comprar fruta, verdura, queso oaxaca (si, donde hay desmadre), pollo, carne, hígado, y así evitar los precios del Wal-Mart. Cuídese de aquellos ‘marchantes’ que se sienten gringos por los precios. Regatee. De peso en peso, al final alcanza para el helado, las jícamas o la sandía picada. Pruebe todas las frutas que le ofrezcan. Dele una oportunidad al mameyero, o a los jitomates cherry, o al melón. No se arrepentirá.
- Continúe con el paso desgarbado. Tontee. Tenga paciencia. Tarde o temprano, la nueva semana comenzará y usted tendrá que volver a andar con prisas, comer rápido y desesperarse por las demoras. Hoy no. Hoy despreocúpese.
- Regrese al hogar.
- Prenda la televisión, abra un libro o mire al infinito. No importa la actividad que haya elegido, al cabo de unos minutos, volverá a quedar dormido.
- Después de dormir la siesta para descansar del ajetreo matutino, tome una ducha. Solo o acompañado según sea su preferencia. Nuevamente, hágalo con calma, no se apresure. Tarde lo suficiente como para disfrutar, pero no tanto como para que se termine el agua caliente.
- Salga a pasear. Tome un café, o simplemente camine en alguna plaza pública o en la calle. Evite las plazas comerciales.
- Cene usted en algún restaurante. No abuse. Recuerde el irritante pero delicioso almuerzo. Escoja una ensalada o algún restaurante natural.
- Regrese al hogar y tiéndase sobre el sofá o la cama. No se preocupe por el tiradero o los pendientes, ya habrá tiempo mañana.
- Déjese consentir hasta quedar profundamente dormido.
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