Monday, October 30, 2006

Instrucciones para un domingo afable

El domingo existe para descansar. Así lo instituyó El Creador. Y, después de todo, quién soy yo -despistado lector- para retar sus instituciones (ahora de moda).

No todos siguen los preceptos del Señor. Hay criaturas desobedientes que hacen ejercicio, asisten a la iglesia de su preferencia o trabajan en labores burocráticas. Yo no. Yo obedezco y descanso. Detengo mis labores cotidianas y espero paciente el comienzo de una nueva semana. Pero hasta en el descanso hay divergencias, hay quien duerme, quien lee, quien va a museos y quien recorre la ciudad. He aquí mi propuesta.

  1. Duerma hasta bien entrado el día.
  2. Despierte al estrógeno parlanchín con algún jugueteo cariñoso.
  3. Asista usted a la librería más cercana, así sin bañarse, no sea usted tan pulcro, hojee algunos libros, vea algunos discos, permanezca sentado en algún sillón y escuche atento las charlas de los paseantes.
  4. Acuda al tianguis o mercado sobre ruedas más cercano. No es difícil localizarlos, pues generan ruido, basura, tráfico y bloquean calles y avenidas. Si tiene usted problemas para hallarlos, pregunte, no olvide que “preguntando se llega a Roma.. o a la Roma”.
  5. Ya en el mercado, siga usted la corriente. Camine desgarbado, con un paso lento y la mirada atenta a cualquier oferta textil. Deje espacio entre la persona de adelante y usted, no sea que le sorprendan con alguna parada repentina provocada por un antojo (visual o gastronómico).
  6. Si “el hambre arrecia” ubique el puesto de comida más concurrido. Ya sea de quesadillas, barbacoa, cochinita pibil, tostadas, birria, mixtotes, carnitas o cualquier otro alimento. Cerciórese de la limpieza del lugar. Tampoco sea usted exagerado, recuerde que está usted en la calle. ¡No se ponga exigente!.
  7. Si los precios del mercado le parecen aceptables, puede usted aprovechar para comprar fruta, verdura, queso oaxaca (si, donde hay desmadre), pollo, carne, hígado, y así evitar los precios del Wal-Mart. Cuídese de aquellos ‘marchantes’ que se sienten gringos por los precios. Regatee. De peso en peso, al final alcanza para el helado, las jícamas o la sandía picada. Pruebe todas las frutas que le ofrezcan. Dele una oportunidad al mameyero, o a los jitomates cherry, o al melón. No se arrepentirá.
  8. Continúe con el paso desgarbado. Tontee. Tenga paciencia. Tarde o temprano, la nueva semana comenzará y usted tendrá que volver a andar con prisas, comer rápido y desesperarse por las demoras. Hoy no. Hoy despreocúpese.
  9. Regrese al hogar.
  10. Prenda la televisión, abra un libro o mire al infinito. No importa la actividad que haya elegido, al cabo de unos minutos, volverá a quedar dormido.
  11. Después de dormir la siesta para descansar del ajetreo matutino, tome una ducha. Solo o acompañado según sea su preferencia. Nuevamente, hágalo con calma, no se apresure. Tarde lo suficiente como para disfrutar, pero no tanto como para que se termine el agua caliente.
  12. Salga a pasear. Tome un café, o simplemente camine en alguna plaza pública o en la calle. Evite las plazas comerciales.
  13. Cene usted en algún restaurante. No abuse. Recuerde el irritante pero delicioso almuerzo. Escoja una ensalada o algún restaurante natural.
  14. Regrese al hogar y tiéndase sobre el sofá o la cama. No se preocupe por el tiradero o los pendientes, ya habrá tiempo mañana.
  15. Déjese consentir hasta quedar profundamente dormido.

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